Entrevista a Nicole Maturana Ramírez, jefa de proyecto del programa Caleta Sustentable, Fundación Chile.

¿Cómo conociste a la Conaach y qué opinas sobre sobre su creación y propuestas?

Antes de ser parte de Fundación Chile e ingresar al programa Caletas Sustentables, trabajé en la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura como profesional encargada del manejo y la administración de la pesquería de algas pardas en el norte del país, desde Arica y Parinacota hasta Coquimbo, en el marco de los comités y planes de manejo pesqueros. Desde este rol, a partir de 2012 comenzó mi vinculación con comunidades que extraen y/o recolectan recursos bentónicos y algas. Fueron casi 11 años de trabajo con los algueros y las algueras de Atacama, quienes hoy son los socios (as) fundadores de la Coordinadora Nacional de Algueros y Algueras de Chile (Conaach).  La creación de la Cordinadora representa un hito histórico, porque permite a la pesca artesanal plantear las problemáticas de manera colectiva con el fin de promover políticas relevantes para la macrozona norte, dejando a un lado la mirada local/regional para así adoptar una perspectiva más amplia y de mayor alcance.

¿Cómo han recibido las autoridades la creación de la Conaach y sus propuestas?

He notado por la información pública que la iniciativa ha sido bien recibida y elogiada, tal como pasó en el congreso, cuando se presentó la Conaach y sus objetivos a la Comisión Pesca de la Cámara de Diputados. Sin embargo, hay que seguir avanzando y lograr compromisos. Es crucial para conseguir fondos públicos y/o privados que les permita pasar de la etapa de creación a la de implementación, y así garantizar el éxito de su propuesta.     

¿Por qué la alguería chilena debe considerase como un caso de estudio?

Porque en materia de algas confluyen muchos temas: sociales, económicos, biológicos, ecológicos y de conservación que son relevantes no solo a nivel nacional e internacional, sobre todo ahora que los efectos del cambio climático y la pérdida de biodiversidad se han intensificado.

La pesquería de algas pardas del norte es una actividad de alto impacto social, pero de bajo valor agregado, de modo que su funcionamiento depende del mercado internacional, principalmente de China. Cuando la demanda por los recursos disminuye, esto repercute socioeconómicamente en el territorio; por lo tanto, hace falta estudiar más a fondo cómo se puede subsanar esta problemática.

En temas de ecología, las algas pardas tienen características particulares que las hacen especiales. Son denominadas “ingenieras ecosistémicas” porque constituyen hábitat y refugio para otras especies de invertebrados y peces, construyendo espacios de alta biodiversidad biológica, que incluso sustentan especies con relevancia económica.

En términos de manejo, es la única pesquería en que se reconoce un stock diferenciado, i) una fracción de alga varada por mortalidad natural, y ii) una población natural (standing  stock); ambos están relacionados entre sí y son comercializados. La mortalidad natural, por su parte, no tiene comportamientos predictivos y difícilmente puede ser cuantificable.

Esto, y más, hacen que la alguería sea un caso de estudio. Como programa Caletas Sustentables estamos muy interesados en abordar algunos temas de algas, dada la relevancia que tienen como especie y como pesquería, y como medio de vida para las comunidades algueras en los territorios, sobre todo aquellos más aislados.

¿Cuáles han sido las principales problemáticas de la pesquería y las comunidades?

El sector estuvo ignorado por mucho tiempo, ya que era una pesquería de pequeña escala que inició con recolectores(as) que recibían precios muy bajos por las algas e incluso las transaban por agua potable; acciones que, además, eran mal vistas por sus pares. El proceso de reconversión surgió cuando el mercado chino puso los ojos en las praderas naturales de algas de nuestro país, aumentado la demanda, y logrando que el precio mejorara. Fue entonces cuando algunos pescadores (as) se bajaron del bote y comenzaron a mirar de mejor manera la explotación de estas algas.

Ante el protagonismo que adquirió la pesquería, algueros y algueras tuvieron que empezar a generar espacios de discusión para insistir y relevar la razón del por qué es importante su cuidado; por ejemplo, lo fundamental de contar con un monitoreo permanente para la zona norte y para los tres huiros. 

En temas de género y derechos humanos, se está conociendo el papel que cumplen las mujeres y las condiciones bajo las cuales desarrollan esta actividad. La alguería requiere de un alto esfuerzo físico, es un trabajo sacrificado, incluso algunas mujeres llevan a sus niños (as) con ellas para poder trabajar. A través de la Conaach, se han visualizado liderazgos femeninos que están dando a conocer y enfatizando estas demandas del rubro. Un ejemplo de ello es Teresa Nilo, dirigente de Atacama-Freirina.

Concluyendo, la administración y el manejo de las algas tiene muchas aristas que complejizan la toma de decisiones, con materias que aún no están del todo resueltas, tales como: i) el repoblamiento masivo de las Lessonia, ii) las mejoras en innovación tecnológica para el control de la pesca ilegal en los territorios, sobre todo en aquellos más aislados, iii) el valor agregado, iv) la constante amenaza del desprendimiento por el evento El Niño, v) el dinamismo que se puede dar al registro pesquero, vi) la cadena de comercialización, iii) los puntos de referencia o reglas de control; entre otros. Todas estas problemáticas han llevado a que los lineamientos para la administración se generen con la mejor información disponible. Pero, esta información ha sido catalogada por muchos como “data pobre”. Sin embargo, hay que destacar que tanto el sector público como privado (comités de manejo) se han esforzado por establecer planes de manejo que permiten resguardar, de cierta manera, el cuánto (Comité científico bentónico), dónde y cómo (Comité de manejo) extraer y/o recolectar.

¿Qué se necesita impulsar en la alguería para lograr la sostenibilidad ambiental?

La instalación de la pesquería de algas, como tal, tiene alrededor de 20 años o más de existencia, pero el interés o el incremento de la recolección y/o extracción ha ido avanzando en los últimos diez años.

Avanzar hacia la sostenibilidad, requiere de financiamiento para diversos objetivos que actualmente están pendientes; por nombrar algunos: i) realizar un monitoreo directo e indirecto permanente, ii) generar puntos de control o referencia, iii) educar a niños, niñas y adolescentes que viven en las caletas, iv) fortalecer a líderes y lideresas, v) promover las normativas vigentes, y vi) brindar capacitación formal a los algueros (as); particularmente, en cooperativismo, para que puedan organizarse y mejorar su capacidad de negociación de manera que se pueda reducir el esfuerzo de extracción, al mismo tiempo que los beneficios económicos esperados se mantengan o aumenten según sea el caso.

¿Qué retos adicionales has identificado en tu trayectoria de trabajo con esta pesquería?

Uno de los grandes desafíos es otorgar a esta materia prima un valor agregado, pero primero hay que entender que los huiros, sin bien cuentan con potencial para el consumo humano, hoy en día no existe ninguna propuesta concreta ni un mercado masivo definido. Por ende, hay que partir prácticamente de cero, por lo que es un tema a largo plazo y no es seguro.

En Chile, no hay cultura de algas como fuente de alimento; un caso emblemático de esto es el bajo consumo de cochayuyo y luche por los(as) chilenos (as), así como el bajo consumo per cápita de productos del mar, en comparación con el promedio mundial (a pesar de que ha ido en aumento). La innovación en algas está orientada más bien a temas como el carbono azul o lograr realizar repoblamientos masivos de huiro negro y huiro palo, que permitan mantener, aumentar o restaurar las praderas. Al respecto, Fundación Chile se encuentra desarrollando un proyecto de carbono azul tendiente a aportar insumos técnicos en la materia y, como programa Caletas, nos encantaría evaluar como este tema podría ser abordado por la pesca artesanal.

Por otro lado, en temas de comercialización, es necesario realizar una diversificación de la economía de la comunidad alguera y avanzar hacia la asociatividad o cooperativismo como una forma de organización clave para el desarrollo. Pero, antes, se requerirá de capacitaciones en los territorios; Fundación Chile, en el marco del programa Red Cooperativa en la región de Coquimbo, fue pionero en desarrollar nuevas capacidades en cooperativismo que beneficiaron a algunos pescadores de la región.

¿Qué futuro imaginas para el recurso y para los algueros y algueras?

Las algas son un elemento fundamental del bioma marino, sin algas no solo se pone en riesgo al ecosistema y a las especies (no comerciales) que lo habitan, sino también a las pesquerías de alta importancia económica y social. Por lo que, en un futuro idealmente cercano, imagino un monitoreo permanente para huiro negro, huiro palo y huiro flotador, repoblamientos masivos que permitan fortalecer las praderas, zonas de resguardo o no extracción en áreas de manejo y áreas protegidas en concordancia con lo que establece la reciente promulgación de la tan anhelada Ley Bentónica, y una revisión y adecuación permanente de los planes de manejo basada en la evidencia del monitoreo. Con todo lo anterior se lograría avanzar significativamente en la sustentabilidad de estos recursos.

En cuanto a algueros y algueras, primero hay que reconocerlos (as) y felicitarlos (as) por el empoderamiento que han tenido para enfrentar la problemática de las algas pardas en el país, así como la permanente disposición para aportar durante estos últimos 10 años en la administración y manejo de la pesquería a través del sistema de co – manejo (Artículo 9 bis, Ley General de Pesca y Acuicultura). Por su parte, la Conaach llega para vincular las regiones de la macrozona norte que históricamente habían funcionado aisladas, buscando un fin común. Entonces, imagino a la comunidad alguera, a través de la Coordinadora, como una organización formal bien posicionada que recogerá las problemáticas macro territoriales tanto de la pesquería como de las comunidades costeras, pero, además, proponiendo potenciales soluciones. Por ese motivo, aportará al desarrollo de una pesquería sustentable y de una comunidad activa en la materia.

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