La Nueva Ley de Pesca, a ojos de una investigadora aplicada de algas
Innovación, género, diversificación. Patricia Echeverría, bióloga marina, magister en gestión de proyectos, pone sobre la mesa algunos aspectos clave que la Nueva Ley de Pesca debe considerar para un desarrollo sostenible de la alguería.
Patricia Echeverría siempre ha estado ligada al estudio de las algas pardas. Sus quince años de experiencia le han permitido identificar con claridad algunas de las brechas que tiene Chile para la extracción y producción de algas y, a la vez, para el ordenamiento de la actividad y sus actores, observando sus particularidades.
Su análisis comienza resaltando una cualidad importante de las algas que, al mismo tiempo, podría ser visto como un obstáculo para su aprovechamiento, su capacidad de filtrar y remover contaminantes. Primera lección: las algas que hoy en día se presentan como el alimento del futuro, requieren un proceso previo de liberación de metales pesados para poder ser aptas para el consumo humano. “Las algas como bio filtros naturales, capturan los metales pesados del lugar donde se encuentran”, asegura Patricia. La especialista recuerda la experiencia de un proyecto de investigación que realizó con la Universidad de Atacama, a través del cual se logró generar una metodología para reducir la cantidad de metales pesados en las algas y producir conservas, congelados y deshidratados, aptos para el consumo humano.
La innovación requiere de investigación y de experiencias de las cuales se puede aprender. Con la Universidad de Antofagasta, Patricia generó un proyecto que partía de una demanda concreta de la zona norte. Por un lado, las municipalidades debían cumplir con retirar las algas varadas de las playas; por otro lado, los productores de huevos enfrentaban dificultades para adquirir materia prima para generar las bandejas de empaque para su producto, dado que el material con el que se producían había subido de precio. Segunda lección: la innovación sin una necesidad real, puede resultar en un fracaso. El proyecto de eco-envases repercutió en tres frentes diferentes: el primero, satisfizo el requerimiento de los productores de huevos de un nuevo material económico para sus bandejas; el segundo, aportó a que muchas familias disminuyeran su huella hídrica ya que al picar y enterrar en la tierra los eco – envases se redujo el consumo de agua en sus jardines (el alga se hidrata y libera paulatinamente agua junto a nutrientes y hormonas vegetales) y se mejoró el estado de las plantas; y, el tercero, permitió compostar el eco-envase como residuo, no eliminándolo como basura, lo que contribuye en los esfuerzos por evitar el cambio climático.
Las especies de algas varían regionalmente; al igual que su disponibilidad. También son distintos los implicados y diferentes las realidades que se vive en cada región. “No es recomendable copiar proyectos, sino destacar la identidad de los recursos y diversificar la matriz económica local con este enfoque” asegura la experta. Tercera lección: la alguería debe desarrollarse de manera diversificada, con planes locales que resalten el carácter endémico del recurso, según la región a la cual pertenece. Patricia resalta que las algas tienen expresiones fenotípicas diferentes, acordes a la región en donde se desarrollan, lo cual implica que algunos lugares tengan biomasas diferentes, especies diferentes y calidades diferentes, que determinarán también cadenas de valor diferentes.
La actividad alguera involucra a un número mayor de mujeres, que de hombres, con resultados importantes. Según el policy brief de la fundación PRODEMU “Género y sustentabilidad: las mujeres en el ámbito de la pesca (2023)”, desde 2002, en Chile se han creado más de 42 organizaciones de mujeres pescadoras y algueras que han logrado algunas conquistas específicas; como son la entrega de áreas de manejo exclusivas para mujeres, plantas procesadoras e iniciativas que aportan empleo e innovación. Patricia hace referencia a las condiciones que facilitan el involucramiento de mujeres en la alguería; no se requieren embarcaciones ni implementos pesqueros y no existe un horario establecido para esta actividad. Pero, también resalta el esfuerzo físico que la actividad exige y que afecta a la salud de las mujeres. Cuarta lección: la alguería tiene un componente importante de género que debe ser abordado para que esta actividad cumpla con las condiciones de ser un trabajo digno que se realiza en condiciones justas, seguras y saludables, y para que el papel que cumplen las mujeres sea potenciado.
Patricia asegura que cuando empezó su experiencia como investigadora de algas, el tema era poco atractivo. Hoy, existe un movimiento mundial que reconoce la importancia de este recurso como fuente del equilibrio de ecosistemas marinos; pero también como una herramienta para hacer frente al cambio climático y la inseguridad alimentaria.
“La discusión de la Nueva Ley de Pesca constituye una oportunidad para que se converse y, ojalá, se haga realidad la diferenciación entre alguería y pesquería, algo por lo que algueros e investigadores hemos estado abogando durante años. Sin embargo, es importante que aprendizajes específicos desarrollados desde la Academia también se compartan para que las discusiones sobre la NLP cuenten con más evidencia y fundamentos que normen no solo la extracción del recurso, sino que fomenten su aprovechamiento sostenible, con transparencia y equidad”, concluye la experta.